lunes, 21 de abril de 2008

Las desgracias ajenas

Cuando alguien cuenta una desgracia (aunque sea pequeña) en un grupo de oyentes siempre encuentras dos tipos de personas de las que estoy harto (hasta los putos cojones de Dios, coño).

La primera interrumpe al 'quejante' para indicar que tiene más motivos de sufrimiento que él. Las dos actitudes que desarrolla son: "Eso no es nada, mira lo que me pasa a mí", o "no te quejes tanto que a mí me pasa algo peor".
En ambos casos, esta persona, interrumpe al 'quejante' por lo que no puede saber cual es la queja.
Así pues es fácil deducir que lo que desea es quejarse sin que lo parezca y ser el centro de atención.

La segunda es la que, una vez terminada la conversación, se dedica a desacreditar totalmente al 'quejante'.
Unas veces se trata del "se lo tiene merecido" y otras del "a pesar de todo está mejor que nosotros". En ambos casos lo que hay detrás es algún sentimiento negativo hacia el 'quejante' o un deseo de quejarse más y ser el centro de atención.

Estoy harto de los que no pueden dejar que alguien reclame un poco de ayuda (suele ser para lo que sirve quejarse) y en vez de dársela tengan que quitarle el foco de atención por egoismo o para aprovecharse de la situación.

Estoy harto.

sábado, 12 de abril de 2008

Esta es la entrada posterior a la última

He vuelto. Ahora no habrá manera de hacerme callar (esto último me suele pasar).

Había pensado en alguna reflexión profunda e interesante y, afortunadamente para vosotros, la realidad me ha disuadido planteándome un tema.

Iba tan tranquilo en el metro que llega hasta Arganda del Rey (a 22 Km. de Madrid) y un grupo de chavalas (nunca acierto con la edad de la gente, pero seguro que eran muy, muy jóvenes) comentaba a grito pelado la noche de ayer (viernes).

Perdido en mis cavilaciones oigo: "Pues le hice una mamada a Víctor y no es como lo contaba esta. A mí no me dio ningún asco". Espero que ninguno de los que leéis esta página seáis Víctor ya que todo el tren de Arganda se ha enterado y creo que los del siguiente convoy también.

Los abuelos que estaban sentados a mi izquierda se han quedado pálidos. Los hombres del vagón han enderezado las orejas cómo si fueran gatos oyendo una presa. Las mujeres del vagón han puesto dos tipos de caras, unas de complicidad y otras de rechazo a las "guarrillas". Las chavalillas del grupo se han quedado de color rojo intenso.


A mi me ha entrado la risa floja con lo que todo el mundo al final se ha quedado mirándome.

No me importa.

Me he reído un rato.

Por cierto ¿como será el tal Víctor?

jueves, 3 de abril de 2008

Esta es la última entrada

No habrá más entradas.

Finalizo dando las gracias a quién ha aportado su opinión en estos meses y a todos los visitantes.

Hay una cita bastante buena para irse.

"Nunca adiós, sino hasta otra".

Ángel.

PD: Si alguién quiere continuar con la ciudad de Imrryr que se ponga en contacto conmigo. Recordad que: "Imrryr es la ciudad de ensueño, donde hombres y otros seres todavía creen poder ser libres e incluso lo intentan".